sábado

Vicente

me tomo el atrevimiento de postear algunos escritos tuyos;
¨caricatura de un enfermo de amor¨ es el primer libro,
mi preferido y de donde salen estos fragmentos




Con la altura de este cielo, porque son muchos los peces
desde aquí, ¿podria yo imitar a los dientes y ser el sol que-
dándose dormido? No te acerques a las espigas, son parte
de una soledad cuyo dueño no aparece.

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Repetir, por ejemplo, todo lo entendido, y no haber entendido
que el verbo es repetir. Seguir dando vueltas, salir a bus-
car, como si uno, caminando, se pudiera encontrar.
.
.
Inconscientemente vamos por un camino, y concientemente
nos ponemos a buscar otro camino, en vez de hacer con-
ciente el camino por el que vamos.


Esta noche te estoy esperando, como los pozos chiquitos
esperan a la lluvia. Con mi camisa blanca, y mis tontas ideas
acerca del mar.
Seguramente algunas cosas te seran extrañas. Pasa, éste soy
yo; ¿te acuerdas? Si quieres puedes tomarme de la mano
y podemos salir y caminar desentendidos de paredes y
puentes.
Esta noche puedes no venir. Arcaico rememoro el lugar, la
tarde en que te animaste a abrazarme; el beso impensa-
do; y lo absurdo y lo grande del tiempo que vendrá.
-¿Cómo?
Y algunas otras cosas; pocas mas. El auto de tu padre; los
ojos de tu madre...
Sencillamente te extraño. Estoy en el piso, sentado; en pe-
numbras y sin fuerzas, como un relampago disuelto en un
café. Y tú, definitivamente, no llegaras.
Esta noche ha estado lloviendo, y yo te recuerdo, aún a ries-
go de olvidar que el cielo se esta abriendo y que el viento,
aunque no lo parezca, permanece siempre en el mismo lugar.



Dificil es, pues, por el momento, referirse al mañana como a
algo improbable, magico, transformador.
.

¨Pero claro, yo estoy hecho de pie-
dra y de miel; y por lo visto no me
acuerdo de nada, porque sigo salien-
do a caminar, y siempre vuelvo. A
veces tan pero tan triste que te res-
piro y no me doy cuenta.¨


Quebradas las alas del equilibrio, en el espacio atardecido la
paloma se despoja de señales; la soledad esta al caer.
Pàlidos, y al influjo de su penumbra, los reyes se desnudan;
y miden en ti lo inalcanzable: el alba, mi odio.
Te invitan a sus paseos, rozan tus mejillas, y te aceptan
mojados en sus entierros.
Pero, el sol no cae tan lejos como para caer de Dios.
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He sabido de tiempos y de pueblos y de lenguajes. He saltado y
he dicho amor; y he visto bien a la lluvia. En fin, que yo
tambièn era uno de aquellos. Puedo verme viendo el mar
en el ayer hoy que las calles se pueblan de signos.
//
Pero es la vida, oscilante. De plomo, de hierbas, y de un
constante movimiento. Hay que ver còmo las aves callan
para entender. Hay que mirar el techo, y rotar.
Esto es para payasos. Aqui no caben quienes escogen sus
espinas, el menù econòmico, el sol, las plazas llenas de
gente...
.
Estoy ahorrando plata para volverme loco,
es natural;
y como todo buen demente
tengo una buena razón.
.